Este es un gran paseo familiar ideal para una escala en la Ruta 40 (Camino de los Siete Lagos), entre San Martín de los Andes y Villa La Angostura. No hace falta un gran estado físico ya que el camino es muy tranquilo y de poca exigencia.
A mitad de trayecto entre San Martín de los Andes y Villa La Angostura por el Camino de los Siete Lagos se encuentra el sendero de baja dificultad que lleva hasta la cascada Ñivinco, en pleno Parque Nacional Nahuel Huapi. El paseo a pie resulta ideal para quienes transitan la Ruta 40 y una oportunidad para conocer el bosque andino norpatagónico.
Antes de iniciar la travesía es recomendable detenerse un
momento en la seccional de guardaparques Villarino, donde se ofrece información
y se registran las salidas de excursión. La casa del guardaparque se encuentra
sobre la ruta unos cinco kilómetros al norte de la entrada al sendero, en
cercanías del puente sobre el río Pichi Traful.
Luego, la cartelería indica al costado del Camino de los
Siete Lagos un desvío hacia la cascada. A 20 metros se encuentra el
estacionamiento vehicular y a pocos metros, una tranquera que da inicio a esta
apacible caminata de 45 minutos (el sendero tiene una extensión de
apróximadamente 4km.), que ofrece como recompensa entre sus grandes atractivos
un pozón de aguas cristalinas de poca profundidad donde es posible refrescarse…
Inicia la Aventura
Enseguida iniciada la caminata, hay que vadear un arroyo
que, si bien es angosto y fácil de cruzar, obligará a meter los pies en sus
frías aguas (bastante frías!). El sendero lo remontará luego aguas arriba hasta
llegar a los saltos, manteniendo el río siempre a un costado. Progresivamente,
árboles de tipo ñire y cañas colihue parecen cerrarse sobre el camino, aunque a
fuerza de machete se han mantenido a raya a las fuerzas de la naturaleza.
Pronto, entre el silencio y el piar de los pájaros (suelen verse por ej., el
pájaro carpintero o pájaro loco) se empieza a distinguir el sonido del agua. El
chasquido del lecho rocoso del río es apenas perceptible al principio y va
cobrando intensidad como en una trama cinematográfica que a cada caminante
reserva su rol protagónico.
Al llegar al final del sendero, se extiende una pequeña
playa de piedras de colores varios y, enfrente, el primero de los quiebres
abruptos del terreno, que deja caer una cortina de agua de apróximadamente 10
metros de altura y 40 de ancho. El lugar es un sueño. La playa tiene alrededor
de 70 metros de ancho y unos 200 de largo. Pega el sol hasta última hora de la
tarde y en los días de calor suele haber entre 15 y 25 personas disfrutando del
lugar. Es muy tranquilo. El agua cae en una especie de olla no muy profunda
donde toda la familia (o los más valientes) pueden tomar un baño. El reflejo del verde intenso de la vegetación
circundante sobre las aguas cristalinas da al pozón un color esmeralda muy
particular, encantador. Por si esto fuera poco, también se puede observar a
simple vista a las truchas nadar. Además, por uno de los costados de la cascada
se accede hasta un bellísimo mirador.
El sendero se extiende hacia los saltos de agua
restantes, cada uno con su encanto. Luego de los 45 minutos de caminata
inicial, sobreviene un tramo bastante más largo y con pendiente más pronunciada
–es decir de mayor dificultad– que conduce a las demás cascadas del río
Ñivinco. Es frecuente cruzar a otros caminantes durante el primer trayecto.
También se ven muchas especies de aves y lagartijas. El paseo se puede
complementar con una visita a la playa ubicada sobre la margen oeste del Pichi Traful,
un brazo del lago Traful, que se extiende al pie del cerro Falkner.
Hola. Hace más de un año pusiste un comentario en mi Blog. No he entrado hasta hoy.
ResponderEliminarLos blogs de Lego, fútbol siento que no son de mi interés.
Gracias por aerrizar en el mío.
Beautiful place.
ResponderEliminarKisses
❤️
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Estas excursiones por parajes naturales son sumamente interesantes. Hay que llevar avituallamiento.
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